Una señora de unos 50 años de edad que visitaba una exposición de pintura
contemplaba cada cuadro con admiración, hasta que al llegar a uno de ellos pregunto indignada:
¿Y a esto le llaman arte?
Y le contesta un edecán del lugar.
No señora, a eso le llaman espejo.
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Una señora va a sacar el pasaporte. El funcionario de turno le pregunta:
¿Cuantos hijos tiene, señora?
Diez.
¿Cómo se llaman?
Bernardo, Bernardo, Bernardo, Bernardo, Bernardo, Bernardo, Bernardo,
Bernardo, Bernardo, y Bernardo.
¿Todos se llaman Bernardo?
Ajá.
¿Y cómo le hace para llamarlos cuando, por ejemplo, están jugando todos afuera?
Muy simple, grito Bernardo y todos entran.
¿Y si quiere que vayan a comer?
Igual. Grito Bernardo y todos se sientan a comer.
Pero si usted quiere hablar con uno en particular, ¿cómo lo hace?
Ah! En ese caso, lo llamo por su apellido.
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